1.- Prófugo con antelación

 

El doctor Fabián Rodríguez Simón, Pepín, es un abogado inquieto y  culto que conoce las teclas claves de Comodoro Py y su articulación con  el poder político y mediático.
Alto exponente de la Cepa M.
Audaz, disruptivo. Pero apuntado judicialmente por los empresarios Cristóbal López y Fabián de Souza.
Altos exponentes de la Cepa K.
Le  apuntan a Pepín como animador fundamental de La Mesa Judicial (“que no  existe”). “Una invención del kirchnerismo, como el lawfare”.
En el revoleo, la denuncia de los responsables del Grupo Indalo cayó en los  dominios sensibles de la doctora María Servini, Dorian Gray. Y del  fiscal Guillermo Marijuan, el Excavador Implacable.
Servini es la  experimentada jueza de apriete imposible. Aunque se le envíen expresivos  whatsapps que contienen el estilo cultural que consagró a Mario Puzo.
Al literario Pepín lo cita Servini a indagatoria para mediados de mayo. En 50 días. Le prohíbe, aparte, salir del país.
El episodio es más literario aún porque el personaje ya está afuera del país.
Se destaca Pepín entonces por ser un «prófugo con antelación».
Coordinador de la Mesa Judicial (que nunca existió) y uno de los fabulosos Tres Mosqueteros.

Torello  y Clusellas, los otros dos espadachines, legitiman el temor de  personalidades intachables que procuran enternecer a Servini para que no  los tenga en cuenta.
Atormentados por el peligro de ser receptores de citaciones (por algo que nunca existió).
Almas  preocupadas solo por el ejercicio romántico de la justicia. Cruzada que  se les complicó por haber desperdiciado irresponsablemente el poder.
Error de perder las elecciones justo cuando los tenían, a los malos, presos. Degradados. Con las empresas a punto caramelo.

 

2.- La Mesa Judicial es como las brujas

 

Situaciones falsas que inquietan al alto nivel de la Corte Suprema. La preside Woody Allen, Carlos Rosenkrantz.
Y a distintos buscapinas de la Cepa M. Nobles que normalizaron los desbordes extravagantes que conducían hacia el populismo.
Pepín  es mucho más que el animador de las sesiones amenas que no existieron.  Se planificaba la abrupta suspensión de la libertad de los adversarios  de la Cepa K.
Pepín también es Clarín. Y fue el enemigo declarado de otra variante. El inspirador lúdico Angelici, El Bostero.
Aparte, Pepín tramitó el apoyo para la Cepa M de Mario Vargas Llosa, Varguitas.
Para  que Varguitas promoviera a Mauricio, el Ángel Exterminador, como el  baluarte liberal que se inmoló contra el populismo retardatario.
Acaso  la faena más difícil de la peripecia vital de Pepín fue encargarse de  contener a la señora Elisa Carrió, La Derrotada Exitosa.
Ex y próxima diputada opulenta de superior arquitectura intelectual, aunque algo diluida por la cepa Yiya Bullrich.
Puede asegurarse que la Cepa M entera aún le teme más a la cepa de Carrió que a las citaciones eventuales de Servini.

Ocurre que los pecadores históricos de la Cepa M ya no saben cómo conformar a Carrió.
La dama otorgaba la chapa blindada de transparencia y moralidad. Hasta ser cruelmente eclipsada por la cepa Bullrich.
La Mesa Judicial es como las brujas. «No existe». Pero está.
Como tampoco existe el lawfare. Entonces de nada hay qué preocuparse. Garavano tiene razón.

 

3.- Cepas que confrontan

 

Así como no existe la Mesa Judicial, la Causa de los Cuadernos es la inflamación artificial de la Causa de las Fotocopias.
Con  el rigor de la nueva justicia brasileña, que rescata a Lula de la  incomodidad, la Causa Cuadernos ya debió haberse desmoronado (tarea  pendiente para Martín Soria, el Ministro de Laiseca).
La epidemia de argumentos similares arrasa con el país patológicamente polarizado.
Pregonar  que el Correo es el Hotesur de Macri es una provocación imperdonable  que desata el vendaval de indignaciones comparadas.
“El kirchnerismo necesita demostrar que somos todos iguales”, confirman desde la Cepa M.
“No somos iguales un c… ellos son peores”, confirman desde la Cepa K.
La astucia para las transferencias desde el celular supera a la vulgaridad recaudatoria del amontonamiento de bolsos.
Para  los barrabravas de la Cepa M que se envuelven en banderas los fines de  semana largos, la Cepa K es comandada por una manga de delincuentes  movilizados por la impunidad para La Doctora.

Para  los crecientes informados de la Cepa K, la Cepa M fue apenas una eficaz  “unidad de negocios” que comienzan a despejarse. Hay para divertirse y  escrachar.
Lo que menos quieren los inoculados por ambas cepas que confrontan es parecerse.
Pero se unifican a través de la artesanía de las negaciones.

 

4.- Perseguir al antecesor

 

Desde 1976 el poder admitió el ejercicio técnico de perseguir al antecesor.
Con  el advenimiento de la democracia se hostigó a los militares que  desperdiciaron el poder, y “sin imponer ningún modelo económico” (como  suele recitar la izquierda frívola).
De la Casa Rosada se sale, en general, para sortear el riesgo de la cárcel.
Pero la superficialidad hegemónica instala la consigna falsa. «Los poderosos nunca van presos”.
Héctor Cámpora estuvo preso en la embajada de México y hoy disfruta del reconocimiento póstumo de poderosos perecederos.
Con  la salud quebrantada, la señora Isabel Martínez de Perón pasó del  retiro de Ascochinga (ideal para ser recreado por Netflix) a la  magnífica mazmorra El Mesidor (con militares que abrían la puerta del  baño cuando la cautiva estaba adentro).
Pero Isabel no tuvo la suerte de ser reconocida, siquiera con un miserable busto.
Y Videla, el General que desalojó a Isabel, murió sentado en el inodoro aberrante de una celda.
Viola, el General «que administraba silencios», tuvo el alivio de morirse enfermo en una cama.
Galtieri el majestuoso estuvo preso, y evocaba con nostalgia el tangazo que se bailó en un acto del Pentágono.

Bignone apenas fue El Liquidador. No registró peso.
Carlos  Menem padeció una prisión amable en la Quinta de Gostanián, en Don Torcuato. Amigos lo homenajeaban con platos árabes y discursos.
Fernando  De la Rúa humilló sus lunes durante tres años en el banquillo de  acusados de la sala más triste de Comodoro Py (por una ley alquilada que  no valía 500 dólares).
Alfonsín fue el presidente que no se arriesgó  a perder la capacidad ambulatoria. Se fue limpio. Sin los dedos  pegoteado por los membrillos.
La tranquilidad espiritual de Alfonsín estuvo signada por la jerarquía del sucesor.
Menem  no contemplaba el espejo retrovisor. Marchaba hacia el abismo de  adelante, sin detenerse a acusar a nadie por las monedas culposas del  pasado.

 

5.- La Guerra y la Paz. Tolstoi

 

Para algarabía de los grandes medios que disfrutan la cancha  inclinada, los monótonos comunicadores de la Cepa M, como de la Cepa K,  van a continuar el maltrato con acusaciones y condenas morales.
Hasta  después de las elecciones de medio término, con la “Justicia  Independiente” como escenario, mientras la peste real hace su aporte más  trágico para la contabilidad macabra.
Pero consta que ninguna cepa se va a imponer sobre la otra.

El diseño del país para abogados induce al hábito suicida de la confrontación perpetua. Solo crece la bronca.

 

“Sobre sus párpados abiertos caminaba una mosca”, escribió León  Tolstoi. Describía el final de una batalla en La Guerra y la Paz.
No queda otra alternativa que recurrir a la Rusia de Dostoievsky y del Estilo Putin.
Acentuar la inmunidad eterna para los Jefes de Estado.
A los efectos de anticipar la larga marcha hacia el indulto doble.
Sale con fritas. Con congojas, con hartazgo. O con puré.